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jueves, 22 de noviembre de 2012
La práctica de los valores: es su decisión<<
Aunque los valores comienzan a formarse desde temprana edad y cada quien le da un sentido propio, la puesta en práctica de los valores es una decisión personal.
Cada quien determina cómo actuar frente a las distintas situaciones de su vida.
Unas veces más consiente que otras, eres tú quien decide la actitud y la manera de comportarte frente a las demás personas y frente a las oportunidades, las dificultades o las responsabilidades. Decides asumirlas o eludirlas.
Cuando nos interesa relacionarnos satisfactoriamente con otras personas o ser parte de una organización, decidimos aceptar los valores que requiere esa relación.
Inclusive, en una organización autoritaria, donde los valores se imponen unilateral mente, uno también toma la decisión de aceptarlos.
Al llegar a una organización o comunidad deberíamos ocuparnos de conocer sus valores y sus significados. Ellos nos permiten regular nuestra conducta para el bienestar colectivo y lograr una convivencia armoniosa.
Si resolvemos ser parte de una organización con valores ya definidos, entonces hemos decidido suscribirlos y ponerlos en práctica.
Podemos afirmar que asumir los valores de una organización en la que nos interesa estar es una responsabilidad individual. La práctica de los valores expresa el grado de compromiso que tenemos con esa organización.
Sin embargo, aunque todo esto suene simple, a las organizaciones les toma un gran esfuerzo que sus integrantes tengan valores compartidos y, en muchos casos, apenas se logra.
Recuerda que al hablar de valores nos referimos a principios y creencias. Por lo que es poco probable que cumplamos bien con algo sobre lo que no estamos completamente convencidos de su importancia o valor. ¿Alguien puede obligarte a que estés convencido al respecto?
Aún no estando de acuerdo, podemos seguir correctamente una orden.
Pero la práctica de valores requiere de convicción y eso es algo que depende de tu decisión.
Todos sabemos que un trabajo bien hecho respaldado por valores es superior al que sólo se hace por cumplir con una orden.
Tú decides poner en práctica inmediatamente tus creencias. Decides no pos ponerlas.
Decides actuar de acuerdo con tus principios, por convicción y no porque te están viendo o vigilando.
Decides la actitud con la que eres parte de una organización y qué clase de persona eres en ella.
Esa capacidad de decidir es la fuente de tu plenitud como ser humano.
La formación de valores
Fomentar valores en las organizaciones
Una idea para trabajar los valores
La formación de valores
Comenzamos a tener valores cuando somos niños. Primero aprendemos a tener aprecio por las cosas que satisfacen nuestras necesidades básicas, pero valoramos especialmente a las personas que nos las proporcionan. Su comportamiento hacia nosotros se vuelve la principal referencia de lo que es valioso.
Por esta razón, nuestro carácter y personalidad se moldea con las actitudes y comportamientos de las personas que nos crían, bien sea los padres u otros familiares. Sus conductas tienen el principal peso de lo que después se convierte en nuestros principios y creencias personales más importantes.
Aprendemos a valorar el fondo y la forma de todo lo que ellos dicen y hacen, así como lo que dejan de decir o hacer. Cada gesto o comentario tiene una gran influencia en la formación de nuestro juicio y aprendemos también a diferenciar la teoría y la práctica de los valores. Esto último es lo que más nos marca.
Así que la consistencia y la coherencia en el comportamiento de nuestros padres es lo que le da solidez a nuestra formación. Si ellos hacen lo que dicen nuestra personalidad será más fuerte que cuando ellos no practican lo que pregonan.
Más adelante, cuando nos volvemos estudiantes, comenzamos a sentir presiones sociales y presión de valores diferentes a los nuestros, a través de la relación con otras personas. Se pone a prueba la fortaleza de los valores que formamos con nuestros padres.
Se suele confundir valores con hábitos, y muchos padres aspiran que el colegio forme los valores que no fueron formados en la casa. Eso no es posible, simplemente porque el colegio no satisface necesidades básicas de vida, esa es responsabilidad de las personas que nos crían.
Los maestros, líderes y modelos de valores en el colegio, tienen la posibilidad de reforzar lo formado en el hogar, pero no sustituirlo. Si las convicciones que se forman en la casa no son sólidas, pronto se verán expuestas a una intensa competencia social con otras creencias.
¿Por qué es tan difícil formar valores? Porque, a diferencia de las normas, los valores son convicciones.
Son comportamientos que decidimos con gusto y nos producen satisfacción. Las normas las podemos acatar a pesar de nuestra voluntad, pero los valores tienen el respaldo de nuestra voluntad. Hemos aprendido su importancia por los beneficios que nos producen, individuales y colectivos.
Las personas que en nuestras vidas tienen un rol de liderazgo son quienes nos transmiten más valores. Por eso no es casual que ellas sean nuestros padres, hermanos mayores, abuelos, ciertos familiares, maestros, compañeros estudiantiles que admiramos, profesores y jefes.
Pero para poder transmitir algo hay que poseer lo y sólo se transmiten a través del ejemplo práctico cotidiano de las actitudes y conductas. Es muy poco probable formarlos con grandes explicaciones o a través de una lista de lo que se considera correcto o incorrecto. La memorización de sus significados teóricos no garantiza que los valores se pongan en práctica.
Fomentar valores en las organizaciones
La internalización de los valores en una organización supone que sus miembros se identifican con ellos, para lo cual la gerencia debe asumir la responsabilidad de definirlos, informarlos y cultivarlos, de acuerdo con su propia misión.
Podríamos decir que se trata de un compromiso de “doble vía”. Los líderes tienen una función en la promoción de los valores organizacionales, pero el resto de los miembros tenemos la responsabilidad de conocerlos y la decisión de practicarlos.
El mayor de los retos no es teórico sino práctico.
Las organizaciones están fomentando valores todo el tiempo, a través de todas las actitudes y comportamientos de sus dirigentes, cualquiera que sea su nivel. Todas sus acciones transmiten valores.
Por ejemplo, si una empresa debe impartir un curso en un día no laboral, tiene que comunicar adecuadamente las razones del caso. De lo contrario, la organización termina transmitiendo que el entrenamiento no es trabajo y su importancia se desvaloriza.
Otro ejemplo de una situación en la que se transmiten valores contrarios a los deseados, ocurre cuando los jefes no asisten a los cursos a los que envían a sus subordinados, o cuando hacen lo contrario a lo que se dijo en el curso; o cuando tratan de estimular un esfuerzo o la creatividad con el argumento de que es “algo fácil”.
Promover en las organizaciones valores como el trabajo, el mejoramiento continuo, la excelencia personal, el aprendizaje, o la proactividad, requiere de mucho coraje y un esfuerzo especial de los líderes. Lo que hacemos o dejamos de hacer modela mucho más que nuestras palabras.
Incluso, personas del mismo nivel en la organización también transmiten referencias de sus propios valores personales. Por ejemplo, las personas poco colaboradoras en un trabajo terminan perdiendo aprecio y relevancia para sus compañeros.
Además de definirlos en términos de conductas específicas, las organizaciones deben ocuparse de mostrar los beneficios prácticos que produce el ejercicio de los valores. No es recomendable asumir que se trata de algo obvio. Es mejor hacer explícita esa asociación.
La metodología más eficiente para el fomento de valores es la que pone énfasis en reforzar las buenas prácticas y las conductas que mejor reflejan la cultura organizacional deseada. Ésta es la vía comprobada y efectiva para estimular que se asuman principios con convicción. Las amenazas y los castigos, en el mejor de los casos, sólo logran generar temor, pero no convicción.
El principio del refuerzo positivo es simple: No se puede obligar a la gente a que haga bien lo que no quiere hacer. Ello además no supone que los errores deben pasarse por alto o que no se debe ser severo. Pero el refuerzo positivo es mucho más que una palmadita en la espalda. Para que esta metodología funcione se debe elogiar a la gente de inmediato, se debe ser específico en el comportamiento reconocido, y se deben expresar los sentimientos positivos que nos hacen sentir la práctica del valor.
Si esta metodología se practica de manera sistematizada se produce un ambiente organizacional que funciona como un círculo virtuoso de reproducción de valores
Una idea para trabajar los valores
Trabaje los valores en su organización con un recurso abierto. Es decir, desarrolle un documento que contenga las conductas y actitudes deseadas, que sirva para ejemplificar la puesta en práctica de cada uno de los valores de la organización.
Debe ser un documento que tenga la posibilidad de actualizarse y mejorar con la evolución de la organización, y con la participación de sus integrantes.
De esta manera se crean las condiciones para “refrescar” el significado práctico de los principios, y que esta dinámica se convierta en oportunidades vitales para fortalecer el compromiso de la gente con los valores de la organización.
Crear un documento con estas características también permite construir la identidad necesaria para que los valores realmente se conviertan en los pilares de la cultura organizacional. Así, los integrantes de la organización no verán en los valores una simple lista de creencias con las que deben vincularse porque no les queda más remedio, sino las bases para tener más sentido práctico de lo que representa ser parte de esa organización.
Utilice los valores organizacionales universales antes propuestos como un punto de partida. Con ellos puede comenzar a construir una lista de comportamientos deseados frente a las distintas situaciones específicas que debe enfrentar su organización.
Esta es una manera concreta de asociar la práctica de los valores al día a día de cada integrante de la organización, al mismo tiempo que estructura un “código de conductas” práctico y en sintonía con la gente.
Su documento se puede desarrollar sobre la base de un esquema como el de la página siguiente.
Este es un ejemplo de cómo estructurar un “código de conducta” que contenga el significado de los valores en términos de comportamientos deseados.
Usted puede adaptarlo o formularlo de otra manera, de acuerdo con la realidad propia de su organización. Pero el resultado debe ser el mismo: Una guía práctica para los integrantes del equipo, en cuya construcción ellos también han participado.
Cuando hablamos del valor Comunicación:
Si estamos en alguna de las siguientes situaciones:
Falta de información sobre un proyecto en proceso.
La actitud y el comportamiento de los integrantes de nuestra organización debe ser el siguiente:
1. La buscamos. Preguntamos.
2. Pedimos ayuda a nuestros compañeros y a nuestros jefes.
3. No especulamos sobre las razones por las cuales no contamos con la información.
4. No creamos rumores.
5. Antes de emitir un juicio, averiguamos las razones por las cuales falta la información.
miércoles, 31 de octubre de 2012
CLASES DE VALORES
Se entiende por valor moral todo aquello que lleve al hombre a defender y crecer en su dignidad de persona. El valor moral conduce al bien moral. Recordemos que bien es aquello que mejora, perfecciona, completa.
El valor moral perfecciona al hombre en cuanto a ser hombre, en su voluntad, en su libertad, en su razón. Se puede tener buena o mala salud, más o menos cultura, por ejemplo, pero esto no afecta directamente al ser hombre. Sin embargo vivir en la mentira, el hacer uso de la violencia o el cometer un fraude, degradan a la persona, empeoran al ser humano, lo deshumanizan. Por el contrario las acciones buenas, vivir la verdad, actuar con honestidad, el buscar la justicia, le perfeccionan.
Pulcritud, tener las cosas ordenadas y tener una apariencia personal aceptable.
Puntualidad, respetar el tiempo propio y de los demás.
Coherencia, actuar de acuerdo a una línea personal.
Constancia, nos permite finalizar nuestros proyectos.
Diversión creativa, lo que nos ayuda a seguir avanzando.
Aprender, ser conscientes de que aprender cosas nuevas es una de las vitales de la vida.
Humildad, nos hace capaces para considerar y aprovechar las experiencias de otros, para enriquecernos personalmente. no intentes ser el mejor, o mejor que, solamente se quien tienes que ser.
Empatizar y no rivalizar, entra en sinfonía con las personas y las cosas, quita las barreras.
Sensibilidad, que podría ser la capacidad de escuchar nuestros sentimientos y sutilezas en la vida cotidiana.
Valorar a los demás haciendo criticas constructivas, con el fin de mejorarle y mejorar nuestro entorno.
Comunicación, esforzarnos por tener comunicación con los demás.
Compasión, intentar comprender y compartir los problemas y circunstancia ajenas.
Voluntad, que es la capacidad de hacer lo que sientes superando las dificultades y la vagancia.
Serenidad, que nos hace conservar la calma ante problemas o contrariedades y nos hace ser amables con los demás.
Paciencia, esperar con calma a que llegue el momento oportuno.
Sencillez, no esforzarnos por aparentar, siempre se ha admirado las personas sencillas.
Amistad, fomentar la amistad con otros y cuidar las amistades que tenemos.
Respeto y tolerancia, “no ames al prójimo como a ti mismo, ámela como es”. Es decir, respeta las diferentes formas de vida.
Alegría, intentar conectar con este sentimiento, que a veces es difícil.
Gratitud, agradecer a los demás las pequeñas cosas, e incluso agradecer a la vida por lo que somos.
Sinceridad, es fundamental para tener una vida social sana
Generosidad, que no es simplemente dar limosna a un pobre, es también dar cosas que no se pueden comprar en un supermercado.
Honestidad, que engloba una serie de cualidades personales a las cuales todos querríamos tener y que tuvieran nuestros semejantes.
Solidaridad, sentirse unido con los demás, y no solo cuando hay terremotos o desgracias, es sentirse unido a todos y dispuesto a la cooperación.
Fidelidad, es fundamental para compartir la vida con alguien.
Sociabilidad, aumentar la capacidad de desenvolverse en diferentes ambientes.
Prudencia, es la capacidad de actuar considerando todos los factores posibles.
Autodominio, no dejarnos llevar por el carácter, que puede hacernos cómodos y abusar de el con personas más débiles.
Objetividad, tenemos que esforzarnos en ver el mundo como es, sin ponerle nuestras apreciaciones personales.
Ecología, esforzarnos por proteger el medio ambiente y nuestra propia forma de vida, pues estamos incluidos en el mismo lugar que se llama Planeta Tierra.
Sacrificio, es la capacidad de superar las dificultades con algo de esfuerzo.
Flexibilidad, adaptarse a las circunstancia para mejorar la convivencia con los demás.
Sobriedad, administrar nuestro tiempo y recursos conforme a un criterio, sin que suponga despilfarro ni ostentación.
Superación, nos empuja a alcanzar metas mas altas, lo que implica: planificación, esfuerzo y trabajo continuo.
Autoestima, es aceptarse uno como es y a partir de este punto hacer un proyecto de vida para conseguir ser lo que los sentimientos le indican. No es la capacidad de sobresalir por encima de los demás para alcanzar cualquier mete a costa de lo que sea.
Compromiso, es sacar adelante todo lo que hemos aceptado, superando la comodidad, la pereza, e incluso el egoísmo.
Responsabilidad, es cumplir con lo prometido, es un síntoma de madurez. Las personas responsables son muy valoradas.
Bondad, es una inclinación natural de hacer el bien.
Lealtad, es un compromiso de defender lo que creemos y en quien creemos.
Confianza, nos relaja el saber que podemos confiar en otros y poder ayudar a otros a que la tengan, con nuestro consejo y con nuestra integridad.
Paz, tenemos buscar la concordia y no ser de esas personas que a todo le ven doble sentido y están en conflicto constante.
Perdón, el resentimiento y el rencor con la causa de bloqueos y desarmonía, el perdón evita estos problemas.
Perseverancia, es el esfuerzo continuo encaminado a obtener una meta.
Valentía, nos hace superar ciertas barreras o temores, que no tienen por qué ser heroicos.
Valorar la familia como núcleo o célula creadora de la sociedad.
jueves, 4 de octubre de 2012
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